Wolfspeed: ¿Un salvavidas estatal o un simple respiro financiero?

La acción del especialista en semiconductores Wolfspeed experimentó un repunte cercano al 9% esta semana. El motivo: una inyección de liquidez de 698,6 millones de dólares procedente de una devolución de impuestos federales. Este movimiento, enmarcado en los incentivos del "CHIPS Act", llega en un momento crítico, apenas semanas después de que la compañía emergiera formalmente de su proceso de bancarrota el pasado 29 de septiembre de 2025.

Los casi 700 millones de dólares se enmarcan en los créditos fiscales por inversión en fabricación nacional (Sección 48D). Con esta última transferencia, Wolfspeed ha acumulado aproximadamente 885 millones en beneficios fiscales gubernamentales. Como resultado, sus reservas de efectivo se sitúan ahora en torno a los 1.500 millones de dólares.

Sin embargo, un análisis frío de las cifras pone este soplo de aire fresco en perspectiva. La dirección, con su director financiero Gregor Van Issum a la cabeza, habla de ganar "agilidad financiera". No obstante, los analistas proyectan que el cash burn (tasa de consumo de efectivo) de la empresa para el año fiscal en curso podría alcanzar los 2.300 millones de dólares. Esto revela la verdadera naturaleza de los fondos: un colchón de supervivencia para ganar tiempo, no capital de crecimiento.

Parte de este dinero, unos 192 millones, se destinará inmediatamente al pago de deuda. Esta medida es coherente con la reestructuración reciente, que logró una reducción del pasivo del 70%. La compañía sale del Capítulo 11 con una estructura de capital transformada, donde los antiguos accionistas han visto sus participaciones muy diluidas y actores como Renesas Electronics han tomado posiciones relevantes.

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El difícil camino tras la reestructuración

La salida de la insolvencia marca solo el inicio de un camino lleno de incertidumbre. La volatilidad en el precio de la acción desde octubre es un reflejo de ello. Para evitar recaer en los problemas del pasado, Wolfspeed está intentando diversificar su negocio más allá del volátil mercado de los vehículos eléctricos.

Su estrategia pasa ahora por enfocarse en sectores como los centros de datos para inteligencia artificial, la industria aeroespacial y las aplicaciones industriales. El éxito de este giro estratégico está por ver, especialmente porque sus nuevas plantas en Siler City y Nueva York aún arrastran los costes de una capacidad infrautilizada.

La próxima cita clave para los inversores será el 28 de enero de 2026, cuando se publiquen los resultados del próximo trimestre. Esa fecha podría aportar la primera claridad tangible sobre la evolución de la reestructuración operativa y el despliegue de su más eficiente tecnología de obleas de 200 mm.

Hasta entonces, la millonaria transferencia del gobierno estadounidense le ha comprado a Wolfspeed un bien invaluable: tiempo. La pregunta que flota en los mercados es si será suficiente para que la compañía pase de simplemente sobrevivir a volver a crecer de forma sostenible.

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