Tesla bajo presión: reguladores y competencia aprietan las tuercas

La calma en la cotización de las acciones de Tesla es engañosa. Mientras el gráfico se mantiene estable, la compañía de Elon Musk enfrenta un frente dual de desafíos. Por un lado, las autoridades estadounidenses intensifican su escrutinio sobre la tecnología de conducción autónoma, pilar fundamental de su proyección futura. Por otro, en el mercado europeo, la empresa se ve obligada a librar una agresiva batalla de precios para contrarrestar una demanda que pierde fuerza.

Ante la creciente competencia, especialmente de fabricantes chinos como BYD y de gigantes establecidos como Volkswagen, Tesla ha respondido con una jugada comercial contundente. El pasado viernes, la firma presentó una nueva variante "Standard" del Model 3 para el mercado europeo.

El movimiento tiene un objetivo claro: proteger su participación de mercado. En Alemania, el precio se ha fijado en 37.970 euros, una cifra estratégicamente situada por debajo de la barrera psicológica de los 40.000 euros. Los analistas interpretan esta decisión como una respuesta pragmática a lo que algunos denominan la "crisis de asequibilidad" de los coches eléctricos. La prioridad, a corto plazo, parece haberse desplazado: el volumen y la estabilización de las matriculaciones, últimamente flojas, priman sobre el margen de beneficio.

El núcleo del futuro en la mira regulatoria

Sin embargo, la preocupación más inmediata para los inversores surgió también el viernes, cuando la NHTSA (Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras de EE.UU.) confirmó la ampliación de su investigación sobre el sistema de asistencia al conductor "Full Self-Driving" (FSD).

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Las autoridades han identificado ya al menos 80 incidentes en los que vehículos operando en modo FSD habrían violado normas de tráfico, incluyendo cruces en semáforo en rojo y salidas del carril. Esta cifra representa un aumento significativo respecto a los 50 casos citados en octubre. Para Tesla, esto trasciende un mero trámite burocrático. La valoración de la empresa está intrínsecamente ligada a su apuesta por los robotaxis y la conducción totalmente autónoma, prevista para 2026. Cualquier calificación de inseguridad por parte de los reguladores o una posible orden de retirada podría comprometer ese cronograma. La compañía tiene de plazo hasta el 19 de enero de 2026 para presentar datos detallados.

Los grandes inversores muestran cautela

Este clima de incertidumbre no pasa desapercibido para los actores institucionales. ARK Invest, el fondo de Cathie Wood conocido por su optimismo a largo plazo sobre Tesla, realizó una venta significativa el viernes: aproximadamente 38.000 acciones, por un valor de unos 17,2 millones de dólares. Aunque los rebalanceos forman parte de la estrategia habitual de su ETF, el momento elegido, en medio de los titulares regulatorios adversos, sugiere una gestión activa del riesgo.

Desde una perspectiva técnica, el panorama también invita a la prudencia. Con un índice de fuerza relativa (RSI) en 73,7, la acción se encuentra en territorio de sobrecompra, lo que incrementa la probabilidad de correcciones a corto plazo. En estos momentos, la cotización se sitúa en 390,55 euros, lo que supone un descenso de aproximadamente un 14,5% respecto al máximo del último año.

Perspectivas a la vista

La nueva semana comercial estará pendiente de una posible declaración oficial de Tesla respecto a la investigación de la NHTSA. No obstante, la prueba de fuego a medio plazo llegará con la publicación de los resultados trimestrales a finales de enero de 2026. Esas cifras revelarán si la estrategia de recortes de precios ha logrado sostener los volúmenes de entrega sin erosionar de forma crítica la rentabilidad del fabricante.

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